RUTA DE MONES A PETÍN Y A RÚA
Lugares : San Miguel de Mones, Campelo, Compedriña, Carballal, Petín, A Rúa.
Distancia: aproximadamente,6 km. ( 12 ida y vuelta)
Tiempo estimado: 3 h., 30 minutos, ida y vuelta, andando; 30 minutos , ida y vueltas , en coche .
Desnivel: 638 m.
VISTA DE PETÍN DESDE MONES
La primera noticia escrita que tenemos de Petín data del 29 de agosto del año 1090. En esta fecha, Ero Gutiérrez hace una donación de propiedades en diversos pueblos, entre los que figura Petín, a la catedral de Astorga y a su Obispo D. Osmundo.
Si nos situamos en el puente de A Cigarrosa, veremos, en la margen derecha del río, una pequeña elevación del terreno en el lugar donde se ubica actualmente el colegio privado “ Pablo VI” . Según opinión general, confirmada por abundantes restos arqueológicos, aquí estuvo el emplazamiento del antiguo Forum Gigurrorum ( Foro ) que fue un importante núcleo de población y la capital del país de los gigurros. En principio, más que poblado, fue mercado y reunión de las aldeas vecinas donde periódicamente acudían las gentes para comprar y vender y para tratar asuntos comunes o privados.
Posteriormente, la gente se asentó aquí dando origen a una población fija que siguió llamándose Forum Gigurrorum y, luego, en recuerdo de su primitivo origen, Cigarrosa. Por este lugar, por Forum Gigurrorum, pasaba la Vía XVIII que era el tercero de los caminos militares romanos que iban de Braga a Astorga. Esta Vía unía Braga a Astorga a través de la provincia de Orense y figura en el Itinerario de Antonino, redactado en época de Caracalla ( 196 - 217 d. de C., con el nombre de Item Alio Itinere a Braca Asturica. La construcción de esta Vía se terminó en el año 80 d. de C., bajo el reinado del emperador Tito.
En los miliarios, figura con el nombre de Vía Nova por ser la más moderna de las vías romanas de Galicia. A esta Vía pertenecía la mansión VIII ( Foro ) que estaba situada en Forum Gigurrorum. Las mansiones eran lugares de descanso donde se relevaban los correos, se cambiaban los carruajes y las bestias de tiro y se utilizaban como posadas de viajeros.
Otra importante obra, es el puente de A Cigarrosa que , como puede observarse, comunicaba y comunica ambos márgenes del río Sil. Este puente, tal cual lo vemos ahora, no es el primitivo romano. Existió otro anterior del cual se conservan algunas hiladas de sillería que, seguramente, son obra romana. Sobre ellas se construyó, por Juan de Nereda, en 1577, un puente que reconstruido en el siglo XVIII, es el actual.
IGLESIA ACTUAL DE PETÍN
En las excavaciones, realizadas por la Comisión de Monumentos de Orense en 1896, a uno y otro lado del río Sil, a la altura de este puente, dentro del emplazamiento de Forum Gigurrorum, se han encontrado abundantes restos arqueológicos que, algunos, se conservan en el Museo Arqueológico Provincial de Orense.
MOSAICO DE A CIGARROSA
En A Cigarrosa, se encontró, en tiempos próximos a 1680, una lápida que , actualmente, después de muchas vicisitudes, se halla empotrada en la pared de una casa contigua a la iglesia de San Esteban de A Rúa Vella de Valdeorras. La lápida, que se conserva en buen estado, recoge la historia de Lucio Pompeio Reburro, ilustre valdeorrés que vivió hace 2000 años. El texto de la lápida es el siguiente:
LÁPIDA DE A CIGARROSA
L POMPEIO L F/ POM REBVRRO FABRO
GIGVRRO CALVBRIGEM
PROBATO IN COH. VII PR.
BENEFICIARIO TRIBVNI
TESSERARIO IN
OPTIONI IN
SIGNIFERO IN
FICI CVRATORI
CORN TRIB
EVOC AVG
L FLAVIVS FLACCINS
EX. T.
“Lucio Flavio Flacino, heredero testamentario, dedicó este monumento a Lucio Pompeyo Reburro Fabro, hijo de Lucio, de la tribu Pomptina, natural de Calúbriga en los Gigurros, aprobado en la cohorte VII pretoriana, beneficiario del Tribuno, teserario de centuria, vicecenturión, portainsignia de centuria, procurador del fisco, corniculario del Tribuno, evocado del emperador”.
En el lugar llamado el Pombar, en la margen izquierdo del río Sil, se han descubierto sepulcros, restos de construcciones, mosaicos que representan pescados de formas variadas, conchas, estrellas de mar, un crinale, fíbulas, pesas, tesérulas, monedas, herramientas (… ). En el paraje denominado Valdegodos, existen petroglifos.
En la época sueva, en Georres o Giorres, como entonces se llamaba a Forum Gigurrorum ( Foro ), se acuñaron monedas de los reyes Witerico ( 603 - 610 , Sisebuto ( 612 - 625 ) y Suintila ( 621 - 631 ). El Parroquial Suevo del año 569 menciona la parroquia de “Gerros”.
Alfonso III repobló y dotó de iglesias a las tierras saqueadas por los árabes, entre otras, “ Geurres”.
Las tierras de Valdeorras y, por tanto, las del municipio de Petín y A Rúa, durante la Edad Media, estuvieron dominadas por los condes de Lemos. A finales del siglo XV, los Reyes Católicos concedieron, a los Condes de Rivadabia, el señorío jurisdiccional de Valdeorras que mantuvieron hasta el siglo XIX.
En la Guerra de la Independencia, durante la segunda quincena del mes de enero de 1809, los franceses fueron atacados por los vecinos del Valle en el puente de Petín. Después de derrotarlos, les hicieron huir hacia tierras del Bierzo. Destacaron, en esta acción, las valerosas mozas de Petín y otros lugares que se abalanzaban, antes que los hombres, a los dragones franceses sin miedo al sable desnudo que amenazaba sobre sus cabezas, acuchillando franceses, con la mayor bravura . El 11 de junio de 1809, las tropas francesas que se retiraban de Galicia hacia tierras zamoranas acamparon en la ermita de San Roque de A Rúa y durante 10 días saquearon Petín, donde quemaron 43 casas, y los pueblos de Portela, Carballal, Mones, Sampaio, Santa María y Castrofolla.
El río Sil fue célebre por las pepitas de oro que se encontraban en sus aluviones. Las mujeres, llamadas aureanas, cribaban las arenas en busca de las preciadas pepitas. A pocos km. de aquí, está el lugar llamado Montefurado donde los romanos perforaron el monte para hacer pasar por un túnel el río y así recoger las pepitas depositadas en las arenas de un recodo que quedaba sin agua.
El agua del embalse de San Martín ha cubierto tierras muy fértiles de Petín. Hoy, sobre estas tierras cubiertas de agua, se practican deportes náuticos y en su orilla, que baña tierras de A Rúa, se ubica el complejo deportivo O Aguillón.
Petín y A Rúa es tierra de viñedos . La bodega Medorras S.A. , situada en este lugar, embotella mencia con el nombre “ Viña Lardeira” y “ Viña Lardeira Oro “ y godello con el de “ Godellón” y “ Godellón Oro”. La Cooperativa Virgen de las Viñas en A Rúa tiene una capacidad de 8 millones de litros.
Además del puente de A Cigarrosa, en Petín, podemos pasear por sus calles y contemplar sus casas, ( unas antiguas, otras modernas), sus espaciosos chalets y sus bodegas. Su plaza Mayor, donde se celebran las fiestas de su patrón Santiago Apóstol el día 25 de julio, está rodeada de viejos edificios de los cuales destaca la casa solariega de la familia Quiroga. En ella, vivió y paso consulta, el médico D. José Quiroga que alcanzó, en aquella época, merecido prestigio y fama entre los vecinos del municipio, no sólo por sus conocimientos técnicos, si no también por el trato humano a los pacientes. Su hijo, D. José Quiroga, también médico, fue el primer presidente de la Preautonomía Gallega.
Muy cerca de la plaza Mayor, se encuentra la Iglesia, la casa Rectoral y la del Concello que también podemos visitar, así como saborear un vaso del buen vino del país y comprar, en los bares de la plaza, unas botellas de vino de marca de mencia o godello de la bodega Medorras S.A.
DÍA 7 DE CADA MES: FERIA DE A RÚA
VISTA DE A RÚA DESDE MONES
En las ferias de antaño, en el puente de A Cigarrosa, se juntaban las gentes, procedentes, de San Miguel de Mones, Santa Olaia, Sampayo, Santa María de Mones, O Seixo, Carballal y Petín, que iban a la feria, con las de los pueblos de Portomourisco, A Portela, Freixido, Larouco y Seadur.
El puente de A Cigarrosa, testigo de la muy importante presencia romana en estas tierras, que comunica ambas orillas del río Sil y que aquí circula tranquilo, calmoso y profundo, es largo y estrecho. Antes de construir el puente nuevo, era la única vía para cruzar el río. Soportaba todo el tráfico de personas, animales y automóviles que circulaban simultáneamente por él. Hoy existe otro puente por el que transita todo el tráfico rodado: es el puente nuevo de A Cigarrosa. Antes de construir este puente, el paso , especialmente los días de feria, podía resultar complicado. Caballerías, bueyes, vacas, terneros, perros, hombres, mujeres y niños, coches, camiones, autobuses y carros, lo transitaban todos juntos y revueltos. El rugido y las bocinas de los automóviles, la aglomeración de la muchedumbre, a veces, inquietaba y ponía nerviosos a los animales que se encabritaban y espantaban en aquel reducido espacio, desde donde se veía, allá abajo, las tranquilas, pero peligrosas aguas del río Sil. !Cuántas veces, asustados, ante situaciones de inminente peligro, el corazón del transeúnte latía frenéticamente, le temblaban las piernas y un color cerúleo invadía su piel que ya presentaba los pelos de punta y la típica carne de gallina ¡.
Al inicio de A Rúa, se unía, a la carretera principal, la gente procedente de Rublido y Quiroga que también venía llena de animales y personas. La calle principal de A Rúa, limpia, asfaltada, con sus casas alineadas, sus puertas, paredes, balcones y ventanas pintadas; sus tiendas, comercios y bares abiertos, se abarrotaba con aquella muchedumbre que solamente, de cuando en cuando, viajaba al lugar. Contemplar aquello les producía un fuerte impacto por contraste con lo que había en sus aldeas de procedencia. A los ojos de los asombrados labriegos, aquello les parecía que estaban en un mundo idílico, mágico, extraño y diferente. Impresionaba observar aquella riada de personas, animales y coches circulando monótona y pausadamente, todos revueltos, por la calle principal de A Rúa. Por ella, caminaban animales jóvenes, viejos y de mediana edad; unos con el pelo negro, otros de color castaña, otros bragados. Iban sueltos o uncidos al yugo con cornales y mullidas. Caminaban inquietos en medio de aquella algarabía, de vez en cuando, mugiendo y expulsando sus excrementos; espantando continuamente las molestas moscas y tábanos con el movimiento de sus rabos, orejas, patas y cabeza.
Iban también gentes humildes y sencillas hablando, a veces, de cosas serias, a veces, de cosas triviales; jóvenes y esbeltas muchachas de melancólicos ojos azules o mirada chispeante que llevaban vistosos vestidos y andaban sueltas, graciosas y ligeras como andan las gacelas; señoras maduras y entradas en años, mayormente con ropas de luto, vestidos que descendían hasta los tobillos, cabellos cubiertos con pañuelos de seda y calzadas con galochas, zuecos, “madrueñas”, zapatos, zapatillas o alpargatas; varones de todas las edades, pacíficos o irritados, altos o bajos, listos o torpes, taciturnos o locuaces, guapos o feos, a veces, con boina, gafas, bigote y cayada, vestidos, frecuentemente, con pantalones y chaqueta de pana, camisa sin cuello ni corbata, metidos en carnes y redondeado abdomen o esbeltos y delgados como jirafas. A Toda esta muchedumbre, había que añadir los muchos viajeros que iban o venían en tren . En aquella época, cuando se quería viajar en ferrocarril, solamente se podía hacer por la vía férrea que pasaba por A Rúa y que comunicaba Galicia con el resto de España. Por este motivo, las gentes de los municipios de A Veiga do Bolo, Viana, O Bolo, Trives y Larouco que querían viajar en ferrocarril tenían que venir hasta A Rúa. A Rúa era entonces un hervidero de gentes que iban y venían, compraban y vendían: era el centro nuclear de la región, con mucho tráfico y movimiento comercial. La vía férrea de Zamora a Orense y el auge del tráfico rodado por carretera desplazó a la Gudiña una buena parte de los viajeros y mercancías de estos municipios.
Los coches avanzaban lentos y perezosos por la calle principal. Tocaban sus bocinas continuamente, pidiendo espacio por donde circular. Rugían sus motores y expulsaban gases venenosos sin parar.
Los comercios se llenaban de gentes que compraban cosas para su hogar. Los bares se atiborraban con la multitud que bebía vino del país, tomaba un refresco o café con aguardiente. A Rúa estaba viva, dinámica, bulliciosa y alegre al tiempo que se enriquecía con aquel ir y venir, entrar y salir, comprar y vender de los campesinos.
A veces, esta multitud que circulaba por la calle principal se incrementaba con los compradores de ganado que deseosos de conocer, lo antes posible, las ofertas y los precios se iban a los caminos y carreteras por donde transitaban los animales , esperando sorprender a los dueños y comprar a bajo precio., tal vez más barato. Así se desplazaban hasta el mismo puente de A Cigarrosa.
En la misma entrada del recinto ferial, se juntaban con las gentes y ganados procedentes de los pueblos de Cernego, San Vicente, Somoza, Villamartín, Valencia del Sil, San Miguel de Outeiro, Correxais, Arcos, Arnado, Córgomo (… ).
En el recinto ferial, los animales con sus dueños iban ocupando los espacios vacíos hasta que se llenaba completamente. El panorama ferial resultaba muy pintoresco. Allí convivían bueyes, vacas y terneros: grandes, pequeños y medianos; unos de color castaña, otros negros o pardos y otros bragados que mugían continuamente, juntos o separados, y se movían inquietos soportando los ruidos, moscas y mosquitos. Por allí, se movían curiosos compradores y vendedores que hablaban a gritos para ser escuchados, en aquel ruidoso escenario. Allí gritaban los comerciantes, ofreciendo sus mercaderías y productos variados: jarras, platos, cucharas y tenedores; cantaras de cobre o de barro; cuchillos, navajas, hoces y guadañas; sierras, azadones y azadas; sartenes, cazuelas y hoyas; hilos, agujas, cremalleras y lanas; zapatos, zapatillas, alpargatas, galochas, madrueñas y clavos ( … ). Pero, lo más emblemático de la feria, eran las vendedoras de pulpo. Se ubicaban en la parte alta del recinto ferial. Sobre potentes y resistentes trébedes de hierro colocaban sus enormes calderos de cobre con agua que hervían con la lumbre de la leña de los árboles del entorno. Dentro introducían y cocían el pulpo que removían, constantemente, con un palo. Hasta allí, se acercaban los paisanos que querían comer una ración de pulpo. La vendedora de pulpo sacaba el cefalópodo del caldero; hábilmente lo troceaba con unas resistentes tijeras de acero; lo colocaba sobre platos llanos de madera o de barro; lo aderezaba con sal, aceite y pimiento picante y se lo ofrecía a los clientes que lo comían de pie con pan y un buen jarro de vino. ¡ Pulpo, caliente y sabroso, divino pulpo, manjar exquisito de las ferias de ganado, con cuánto placer te consumían las sencillas gentes que habitaban estos poblados ! El humo de las hogueras, el olor de los calderos donde se cocía el pulpo se expandía por el recinto ferial y hacía que las glándulas salivares, estimuladas por el olor, produjeran saliva sin cesar. Esto era un potente reclamo que incitaba a los feriantes a comer pulpo. La cultura del pulpo estaba tan arraigada que ir a la feria y no comer pulpo era tanto como confesarse pobre, tacaño o raro.
Los compradores de ganado, vecinos de pueblos cercanos o mayormente bercianos, iban y venían, subían y bajaban por el recinto ferial, viendo atentos el ganado. Se fijaban en los cuernos, observando si eran grandes o pequeños, paralelos o desviados; en los ojos, si estaban sanos o enfermos; en los dientes, si tenían alguna mancha o defecto y para deducir la edad del animal; en las patas, si andaban bien o cojeaban. Preguntaban por su precio:
¿ Qué vale, Cuánto vale, qué pides ?. Preguntaba el comprador.
10, 20, 30 mil reales, contestaba el vendedor. ( en aquella época el precio se fijaba en reales )
Si el comprador estaba interesado en la compra del animal, empezaba el regateo
¡ Qué barbaridad, te has pasado, esto es mucho !
Son buenos, mansos, jóvenes, sanos y gordos. ¿ Cuánto das tú ?, contestaba el vendedor.
El comprador ofrecía, generalmente, una cantidad baja para dar lugar al regateo . El vendedor la rechazaba. El comprador se alejaba haciendo ver que no le interesaba. Pero al poco tiempo volvía y decía:
Bueno, ¿ en cuánto lo pones, di tu última palabra ?
Normalmente, el vendedor bajaba algo el precio.
Te doy tanto, y esta es mi última oferta. La diferencia se acortaba. Llegados a este punto, solía aparecer algún o algunos mediadores que animaban a comprador y vendedor a cerrar el trato.
Ni lo que dice uno, ni lo que dice el otro. Hay que partir la diferencia por la mitad, decía el mediador. Si aceptaban la mediación, se cerraba el trato con un apretón de manos, entre comprador y vendedor. Y esto tenía el valor de una firma notarial. Romperlo era intolerable, de consecuencias imprevisibles y deshonroso . No había vuelta atrás. La palabra dada era sagrada.
Una multitud de curiosos presenciaba la escena. El vendedor pagaba la robla, invitando a un vaso de vino y unas tapas de pulpo.
Terminada la feria, volvían los campesinos a sus pueblos y hogares, por el mismo camino que habían recorrido por la mañana. Unos, con el dinero de la venta bien escondido, en las partes más inverosímiles de su ropa o de su cuerpo: pretendían evitar el robo que, algunas veces, por el camino, llevaban a cabo los bandoleros. Otros regresaban con el ganado comprado o con el no vendido. La feria había terminado, aunque en el recuerdo continuaría viviendo durante mucho tiempo.
Ahora no hay ganado, ni compradores, ni vendedores, ni regateos, ni intermediarios, ni roblas, ni ferias de ganado. Avanzamos, progresamos, pero por el camino dejamos una buena parte de las raíces que heredamos. Pero nos preguntamos. ¿ somos quizá más felices ?
ACTUALIDAD
En la actualidad, A Rúa, tiene 5.100 habitantes. Está bien comunicada por carretera, a través de la N- 120; C-546, hasta Ponferrada y C- 533 que lleva hasta Viana, Gudiña y Portugal. Por Ferrocarril, se comunica con Galicia y el resto de España. La estación de ferrocarril tiene un importante movimiento de viajeros y económico, especialmente, LA EXPORTACIÓN DE LA PIZARRA..
El sector terciario ocupa el 52,41% de la población: comercios, bancos, hostelería y enseñanza.
La industria local emplea el 21%, destacando la hidroeléctrica: Iberdrola tiene, en A Rúa, un centro regional desde 1945.
Las explotaciones agrícolas se centran en el cultivo de la vid y la castaña, pero también son abundantes los frutales y las huertas.
El viñedo ocupa 435 hectáreas, con denominación de origen Valdeorras. Existen muchas bodegas particulares y la Cooperativa Virgen de la Viñas, con 8 millones de litros de capacidad. Entre las variedades producidas, destaca godello y el tinto mencia.
En cuanto al turismo, sobresale el embalse de San Martiño que en O Aguillón tiene: pabellón polideportivo, piscinas al aire libre, canchas de tenis, embarcadero, campo de fútbol de hierba y de tierra. En él, se pueden practicar actividades como: piragüismo, vela, pesca, etc. También se puede hacer turismo de montaña en: Serra de Cereixido, Cabalos y Enciña da Lastra.
En el patrimonio arqueológico, existen restos prehistóricos de las Mamoas, en Roblado; los Petroglifos de A Rúa Vella y los Castros en Vilela, además, de las lápidas y mosaicos romanos de A Cigarrosa, donde estuvo situado Forum Gigurrorum y la mansión VIII, Foro. Por aquí pasaba la Vía XVIII o Vía Nova que unía Braga con Astorga.
Hay muchos comercios, bancos, supermercados, bares, pubs, restaurantes, hoteles.
Se celebran fiestas como:
- San Antonio en Fontei el 13 de junio.
- -Virgen de Fátima, 13 de mayo.
- Fiestas de verano.
- Fiesta de San Roque, en A Rúa Vella.
- Jornadas de folklore Internacional.
- Fiesta del Magosto, en la Plaza de la Estación el uno de noviembre
Los día 7 de cada mes, es día de feria en Fontei. Antes era de ganado, ahora es, principalmente, un grande mercadillo donde se compra y vende de casi todo.
Lo más tradicional de la feria es comer el pulpo y la empanada. Pero hay, también platos típicos, como:
Cocido: garbanzos, patatas, pezuña de cerdo, ternera, lacón. Chorizo, orejas y soá
Androllas, choupis ( setas), empanada de raxo ( solomillo), torta de rixós, leche frita, torrexas, etc.
EN LA FERIA, EL PULPO
En Petín, se celebra la fiesta de Santiago el día 25 de agosto y feria el 21 de cada mes..
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